Dar un paso con la derecha lejos del abismo y sentir que el otro pie anda en reversa,


Desde este lado del espejo todos están desnudos
desfilan su crueldad como una insignia de fuerza,
cada uno ensimismado en su ombligo
siempre dispuesto a demoler los ladrillos rotos,

La otra cara de la moneda,
la cámara observadora de la morbosidad ajena,
también afila con las uñas los cuchillos,
pero no elije la consciencia
darse el lujo de liberar al demonio interno,
sin bozal, corre por las calles
su lengua, ávida máquina de insultos

Lúdico y falso juego
de sostener máscaras que no existen
entre personas que no se diferencian demasiado,
somos  hermanos
iguales
tenemos los mismos miedos debajo de la almohada.

No te creo invencible,
puedo leer tus mentiras en los ojos
también puedo callar mis verdades con las manos
señalar el pájaro y estar enterrada en un pantano
pero al final no sirve de nada
porque si me hundo yo que grito
vos estabas en el fondo desde el principio.

¿Qué alimentás con usar tus botines para romperme la espalda?
Mi columna es una escalera
y llega a ningún Edén
en donde solo tomamos mate.

Ahí nadie mide su fuerza en pasos, ni en pesos,
Tampoco existe la desesperación primaria
Esa que cargamos entre las manos como niños,
no emulamos nuevas palabras que conquisten mentiras
ni aparentamos colores en cajas oscuras.


Un lugar de verdad

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