La puerta para salir del manicomio está abierta


 Ella nos miente, nos está mintiendo a todos. Es peligroso un asesino con discursos metafísicos orientales en el bolso. Él nos miente también, malditos bastardos. Saca de la mochila el mismo libro pseudo-religioso, pero con esta vez imágenes a todo color. ¿Podés creerlo? La persona de la televisión habla por mi. Le dice a él, con discreción, que es un hijo de puta. Nunca creí en ese extraño aparato, pero puede haber una excepción.
Los aliens hacen contacto desde la estratósfera. Increíbles avistamientos de hormigas documentan en su información celular las apariciones. Un par de personas lo creyeron. Fueron asesinados. Se mataron entre ellos. Los testimonios no coincidían.
Una risa nerviosa baja la mirada. El manual para la hipocresía es el camino más fácil. Tengo pánico social. Quizás estés hablando con los traumas de un fantasma. Ponete la careta que así te ves como desnuda. Puta, pero solo los fines de semana. Dijeron que sería un paulatino proceso a la mejoría. Esto de recorrer abismos ha agotado cuerpo, mente y espíritu. Estamos hablando del fantasma.
Llorar cada cuatro horas puede ser una deliciosa medicina, o la muerte. Ciertamente no tengo idea de nada, pero puedo hablar de lo que sea. Por ejemplo, había una vez un gran óvalo negro que aplastó a un ángel. El ángel tenía trastorno de personalidad bipolar. Por las noches de luna llena, se transformaba en hombre lobo. Fue a consultarle al gran árbol mayor acerca de su condición. Le recetaron sangre de vírgenes. El ángel preguntó con curiosidad si estaban hablando del himen, de traumas sexuales, si tenían que ser lesbianas o qué onda.   

Estás robándole tiempo al aire. Estás robándole amor al odio. Estás consumiendo la piel del que no tiene pellejo. Cantar de los cantares del canto cantado. Silencio de los silencios del silencio silenciado. Solo oigo el rumor de los miedos que estuvieron a punto de consumirme.  

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