Quisimos tanto que podemos

Latimos del otro lado del muro
en el sonido de tres cd rayados
que responden a Charly
con la pequeña muerte.

Somos la gelatina sin sabor
de un mundo contemporáneo
que se retuerce de orgullo
cuando bailás regaeeton.

Bajamos del helicóptero
como la neurona olvidada
en las calles perdidas.

Extrañamos cuando la voz
no era una plaga
por erradicar.

Pero el viento en el balcón
y las teclas en el cajón
son la ensalada de frutas
con ananá y frutilla
metida adentro del caleidoscopio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario