Ruth estaba sola en el mal
sentido de la palabra, porque los sábados siempre tenía un grupo de amigos con
el que tomarse una cerveza, pero el resto de la semana era una comedia absurda.
¿Por dónde empezar? Primero que nada, la incursión en el lesbianismo la había dejado
sin padres y con los conflictos de los padres de su novia que en vez de
molestar a su hija, en la impotencia del caso perdido, hacían catarsis con
ella. Viste esa gente que con 40 años se carga como máximo unos 14 de edad
mental.
Además, se le moría la abuela que tenia una de esas enfermedades
que te desgarran hasta la última célula antes de matarte. El domingo la
escuchaba llorar desde la habitación del fondo. Elvira era la segunda madre de
Ruth y ella no hablaba de la verdad con nadie, más que su novia, con la que
intentaban cada día no caer de vuelta en discusiones interminables al pedo. Había
intentado hacerlo, eso de llorar en el regazo, pero sus amigos estaban muy
ocupados con sus vidas las 24 horas del día, tiempos de guerra contemporánea , cada
vez más aburridas las revoluciones de hoy en día y los soldados más débiles.
Entonces, acumula, acumula, acumula. EXPLOTA.
¿Algo más? Ese año Ruth
había empezado la facultad y era difícil ser uno más de los corderitos que
asisten regularmente a clases porque se olvidaba la cartuchera, la comida, el
pantalón; se le caían las cosas y todo ese tipo de cuestiones que se
manifiestan cuando uno está bien para el culo. ¿Algo más? La simpática muchacha
con botones de caramelo había empezado a fumar marihuana y quedaba más loca que
un pájaro haciendo vuelos nupciales en invierno.
Edad: 18 años. Condición
civil: muerta. Ejercicio: la mala poesía. Poeta güía: Alejandra Pizarnik. Nada
ayudaba a Ruth.
En unos pocos meses,
fallece la abuela, las materias al cajón, un viaje a Chile, un encuentro con
familia que hacía 6 años que no veía en Miramar, otro viaje a Chile y termina también la relación enfermiza.
Después de todo esto, Ruth empieza a ver demonios
con más frecuencia de lo que solía hacerlo desde antes. Es de estos personajes que
de niños percibían absolutamente todo. Y sí, no solo que los veía sino que les
hablaba y se los garchaba como la más orgullosa bruja, subsumida en una realidad
ficticia en la que todo aparenta estar bien. Y más marihuana cada día, nuevos
amigos con los que juntarse a fumar marihuana; aparte, Ruth arma porro. –
UPS, me parece que todavía no se da cuenta de que se le murió la abuela –
Una noche de vuelta a la
casa del abuelo, en donde no solo vive Elvira sino un enjambre de otras mierdas
molestas, todo se sobrelimita. Primero, Ruth re loca se acerca al baño. Hay un
espejo tríptico enorme en el centro. Mira el reflejo del espejo, empieza a
hablar y de repente se da cuenta de que el fondo negro se hace hacia atrás. No
ve nada más a su alrededor. Después unas pequeñas gotas luminosas aparecen
desde la oscuridad. Parece como un espacio exterior que la rodea. Su cuerpo
aparece en tres dimensiones sobresalido desde el espejo, puede ver las
rugosidades de un cara muy similar a la suya pero más hermosa. Después ese
anhelo ciego de ser una Ruth mejorada, de verse como en el cuadro 3D que se le
presenta enfrente. Empieza a hablar en voz alta, se insulta a si misma por
verse en esa situación desde la voz de la abuela que también está muerta. Se
detiene.
- - ¿Quién sos? ¿Mi abuela o otra cosa?.
Segundos
después.
- - La re putisima madre que me parió qué estoy
haciendo. No, esta puta garcha del orto no es un juego.
Ruth vuelve a la
habitación, cierra la puerta e intenta calmarse. Entra a Twitter, esa nueva red
social bizarra, y todo se va al carajo. Alguien hace el chiste “esta mina está
poseída”. Demasiadas coincidencias. Demasiada consciencia.
Permiso, vengo a mostrarles
la concha, digo mi puta humanidad y tiene la luz de segundo nombre. No instituciones
burocráticas, dogmas, reglas, anexos por miedo a convenciones
estúpidas, nada de la moneda corriente entre seres humanos tipo. Simplemente
cargas energéticas que rodean a las personas y determinan su seguridad y manera
de tratar a los que quieren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario