Enamorados del amor

“Facundo, fuerza que es efímero este momento fugaz. Paul, pausá la parte que piensa y posá tu puta por un puñado de piedras que parecen amapolas.”

Todo empezó por la extraña tramoyada del tiempo que los cruzó hace tres años en el bar. Paula y Facundo se miran entre la gente. Los hilos tejen de ellos una primavera de posibilidades. Él es hermoso y siempre está rodeado de mujeres que babean a su alrededor. Paula es un arlequín de libertades y le gusta sonreir.

El sábado siguiente hacen contacto, magnetismo. Facundo empuja a Paula por el pozo, ella lo sigue hecha agua de río subterráneo. Se arrastran, se deslizan, se des(cons)truyen. El vientre de uno ahoga los pulmones de la otra en la más placentera de las asfixias. De fondo, todos intercambian la cordura por los condimentos para la ensalada rusa y un ritmo que es Rock de Los Brujos cuenta la historia del ermitaño malvado.

La secuencia se repite por ¿un año? ¿dos? Cerveza, sonrisa y vacío hasta que dejan de cruzarse y no hay nadie que los busque. Pasan los días sin memoria y sin despedida, se acumulan hasta hacerse años. Las soledades construyen en sus espaldas lo que resbala por los ojos: un tobogán de sueños caídos. Paula fue peleada por dos guerras que querían suicidarla. Facundo viajó por mundos alternativos para aprender que sus ojos azules tienen fecha de vencimiento y las actitudes cobran con karma los dolores provocados.

Un día cualquiera se vuelven a ver. El mismo contexto de siempre. Facundo ha vuelto de su viaje. Se acerca a Paula y saluda a todos sus amigos. Tiene todo lo que brilla en la apariencia pero un colombiano borracho le pregunta si es feliz y su aura se ensombrece dos metros a la redonda. Paula miente para abrazar la ficción que han construido:

- Sí, soy feliz. (Sin pensarlo dos veces, subyugada a la mujer loba)

Se miran a los ojos por unos distantes instantes infinitos. El dolor queda entendido sin palabras. La química es la de siempre. Facundo saca las manos de los bolsillos y transforma los errores cometidos en un beso más dulce que cualquier fe.

Son compañeros, envueltos en las cicatrices acumuladas ya presentes desde las vidas pasadas. Se conforman con la cucharada de ternura que en algún idioma podría ser amor. Metamorfosis del sentir de una manera extraña. Cada uno regresa a su mundo hasta que los vuelva a cruzar el silencio. Paula se toma el micro con sus amigos y Facundo vuelve solo a casa esta vez.


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