Desiste diciendo su
verdad,
subyuga la aparente
necesidad
de hacer bases
cimientos,
para pronunciar la
sílaba prisma.
Se asoma el permiso
que siente en las
costillas
a no sentir culpas
demás
por hacerse flor en
el jardín personal.
Aprende paso a pálpito
que podemos emular
la propia voluntad
para mantener la
calma.
Sinceramente, tenía
hambre
no podía hacerse agua
para que tomes
con las dos manos.
Las alas se cansan
del vuelo incesante
que es la inevitable
responsabilidad
con la consciencia.
El sí a veces es una
herida,
la ficción mal
pronunciada,
cuando se levanta sin
vacilaciones
sostenido entre las
piernas.
Cruel resignación a
la corriente,
programación
automática,
que vesa al no yo
con un error
ortográfico,
el que es fiel a si
mismo
puede ser luz a los
ojos ajenos,
caso contrario, no
existimos.
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