Máscaras

Un hombre se despierta para abrir el cajón
con los ojos todavía entrecerrados.
Agarra una de las tantas coloridas
multiformes vestimentas del no acá.

En la parada ella espera
apoyada sobre el árbol,
viste un hermoso antifaz azul
que ensombrece sus labios carnosos.

El chofer hostigado saluda con indiferencia.
Las manos apoyadas en el volante
gritan debajo de los guantes negros,
porque a la cara amarilla la atraviesa una lágrima.

En el tercer asiento del lado de la ventana
un hombre viejo e inmóvil descansa.
Su palidez sin cenicero y sin whiskey
bosteza cada vez que se dobla por una esquina.

Cada uno encarna esta comedia
emergente en el caos
que unta su savia en tu piel.

La necesidad de olvidar
que se nos hunde la tierra.

Así, el día es un collage
una pasarela de personajes
que asesinan con su indiferencia
aquello que los sostiene.


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