Ser una incógnita



Identidades divergentes. Sexualidades conscientes. Tus etiquetas son hirientes.

Entre la dificultad de homologar los tres triángulos que usaban los masones y el misterio del lago Ness, los fantasmas, la voz de tu abuela muerta que te habla cuando estás drogado, también
me parece un misterio que estemos juntos, imantados, somos convergentes.

 Tenemos gustos en común, la literatura, el cine… las mujeres. Por suerte tu umbral de tolerancia es altísimo y lo que podría considerarse terrible de las veces que abro la boca es un 50% gracioso o hasta a sexy en tus palabras, morbo social.

 Si me preguntás quién soy no tengo una respuesta concreta, dudo, estoy compuesta por las definiciones que definen lo indefinido, que es como ser un ornitorrinco, el comodín,  el loco en el tarot de Marsella.  Vos lo podés compensar con vino, cambiándome de tema, agarrándome desprevenida. Pero sigue ahí esa falta de etiqueta que a nuestra sociedad le molesta tanto, por ende, me resulta incómoda. LGTTTBIQ, Lesbianas, gays, travestis, transexuales, transgénero, Bisexuales, Intersexuales y Queer. Repito, Queer, Intersexuales, Bisexuales, Transgénero, Transexuales, Travestis, Gays, Lesbianas. Frente a estos términos me siento como una hormiga en el borde cincelado de la muralla china. Totalmente desconcertada.

Ya fue, bailemos. Mirá que linda es esa chica. Me he vuelto una especie de chabón que mira mujeres. Pero soy una mujer que mira mujeres que tiene un chongo que le gusta estar abajo. Soy el alma de una mujer que pasó por el cuerpo de un hombre en alguna reencarnación y se enamoró perdidamente de su pareja que en esta vida ha reencarnado en mujer, claramente. Soy el alma de un hombre exageradamente femenino que en esta vida finalmente recibió su cuerpo de mujer pero se enamora de otros hombres femeninos como él.  


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