Paulo nunca acepta el café

Paulo sale de su casa a las doce de la noche. Está aturdido para manejar y casi se lleva puesto un conteiner de basura.
El día fue demasiado largo. Le resulta imposible asentar en su mente las ideas y los hechos. Mira en panorámico. Las luces hacen de la calle un cementerio en el que la electricidad baila con la luna. Paulo recuerda que atendió el teléfono a las 5 pm. y era Clare la que se comunicaba con él desde el supermercado. Con voz entrecortada le explicó lo que había sucedido:

-          Desmayo, justo yo pasaba, médico, no hay pulso. Muerte.

-          ¿Qué?

-          Paulo, tu viejo falleció en el pasillo de los productos eléctricos del Easy. Casualmente pasaba por ahí y me pareció lo mejor avisarte.

Cuelga el teléfono en ambos planos, recuerdo y realidad. Entonces, en teoría había muerto su padre, el mismo que le cantaba con la guitarra canciones de Charly cuando era chico. Es Imposible, porque justo ahora iba hacia su casa a comprobar el error.

Llega a la puerta, la luz de la ventana está encendida. Toca el timbre pero nadie responde. Espera unos diez minutos. Llama por teléfono, escucha el sonido desde fuera pero nadie atiende. Se asoma un vecino preocupado.

-          Eh Paulo, otra vez… ya es tarde, ¿querés un café?

Paulo sumergido en la atemporalidad del shock que produce la muerte cuando se asoma en nuestro corazón busca a su padre todas las noches. Nunca lo encuentra, pero la luz siempre se enciende 5 minutos antes de que llegue.