Mia y Ana

En el siglo este de las computadoras
los porros y las cervezas de los bohemios
que no morimos con los hippies
ni hacemos la revolución
viven las dos diosas más contemporáneas.

Se te acercan por los ojos
cuando sos masoquista y débil
cuando sos fuerte y autoexigente
como la solución menos difícil.

Todos les rinden culto tácito,
desde hollywood a cualquier revista
pero la presión social las ahoga a ellas
herramienta de control mundial
paralelo a la revolución femenina.

Ana no toma alcohol ni cerveza
por las calorías,
no sale de su casa
por las calorías,
no tiene amigos
por las calorias,
Las costillas en la piel
se le asoman como pestañas en piedra.

Mia es la hipocresía vestida de miel,
administra el canje de líquidos
entre el inodoro  y tu garganta
cuatro veces al día,
después de zamparse el plato con cerámica y todo.

Espanta,
asquea
y te encanta.

Ana y Mia son pegajosas,
no las ves hasta que te das vuelta años después
porque siguen tu sombra como la memoria
de un gran error irremediable.



1 comentario:

  1. Semillas que florecen en almas vacías,
    producen el alimento que ingiere la hipocresía.

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